Mónica Salvador - Sindrome del impostor

El síndrome del impostor ha estado presente en muchos momentos de mi vida, solo que no sabía que se llamaba así. Después de trabajar con muchos emprendedores y profesionales, me he dado cuenta de que lo que me ha ocurrido a mí es algo que también ocurre a muchas personas y por eso he escrito este post para tí.

Mi historia personal con mi «pequeño impostor»

Trabajé durante 22 años en multinacionales, siempre en puestos de ventas y marketing. Hace unos 6 años mi última empresa cerró en medio de una crisis y no tenía muy claro hacia dónde dirigirme . En un curso, un profesor vio algo en mi, me dijo que se me daba bien formar a personas. No tenía ni idea de esa habilidad pero lo escuché y me preparé para ser docente. Casi sobre la marcha empecé a impartir formación presencial a personas en situación de desempleo. Evidentemente lograr empezar tan rápido lo atribuí a la suerte.

Y empecé mi primer curso de ventas, con 16 alumnos adultos y desempleados. Un reto no sólo por tener que dar formación al mismo grupo durante 5 meses sino por la situación personal de muchos de ellos. Entré el primer día de clase y en ese momento me asaltaron todas las dudas : ¿Qué hago yo aquí? ¿Quién soy yo para formarlos? ¿Qué puedo aportar a estas personas? 

Casi salgo corriendo del pánico que me entró, de esa sensación de estar en un lugar donde no debía estar porque yo no valía lo suficiente. Hasta un par de semanas después no logré racionalizar mis sentimientos, hablar con mi pequeño impostor, y decirle que ese sí era mi lugar. Y efectivamente lo fué, cuando me relajé disfruté mucho del curso, de aportar algo a los demás.

Después de esa experiencia vinieron muchas más, hasta el punto que ahora mismo llevo más de 7.000 horas de clases en marketing, ventas, desarrollo personal, etc.

¿Qué es el síndrome del impostor?

¿Te ha pasado alguna vez que ante un reto profesional o personal das un paso atrás? ¿Has tenido pensamientos como estos?  “Que hago yo aquí si los demás son mejores que yo”, “quién soy yo para ofrecer ese servicio” y mil cosas similares.

El síndrome del impostor o síndrome del fraude, es un terminó psicológico que fue bautizado por las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes en 1978.  Ella detectaron una serie de patrones comunes en muchos de sus pacientes así que decidieron ponerle nombre.

¿Sabes que 7 de cada 10 personas lo sufren? Es una cifra muy elevada, y lo sufren más mujeres que hombres.

Es un sentimiento o apreciación subjetivo que tenemos de nosotros mismos, las personas que lo sufren tienen la sensación de no ser lo suficientemente buenos o competentes, se sienten como impostores en su trabajo o vida personal y además, tienen miedo a que los demás lo descubran. Y si la persona que lo sufre consigue triunfos profesionales, lo achaca a la suerte, a las circunstancias, a lo que sea menos a su valía profesional.

¿Cómo puede afectar a mi vida?

Depende del nivel que tengas puede ser más peligroso o menos. Te pongo un ejemplo. Si tienes el síndrome del impostor que es como una voz molesta que te dice que tú no eres tan bueno y está rumiando  todo el tiempo y no te deja avanzar ya que te paraliza, si es peligroso. Pero si logras que esa voz se convierta en un susurro, sabes que está ahí , la conoces, le hablas y le dices que vale, sabes que está pero que tu tienes el control y no vas a parar por ella, en ese momento ya deja de ser un peligro aunque evidentemente esté presente.

Si padeces el síndrome del impostor te va a afectar en tu propósito ya que te dará miedo hacer cosas, no querras correr riesgos y siempre dirás que ya otros lo han hecho mejor que tu por lo que no lo vas a intentar. Sufres una especie de parálisis profesional.  Y te aseguro que trabajo con muchas personas cuyo potencial es enorme y a las cuales les ocurre esto y evidentemente sus proyectos o ideas no avanzan porque ellos no creen que pueden hacerlo. (aquí se une con otro sídrome, el de Pigmalion o profecía autorealizada).

¿Cuál puede ser su origen?

El síndrome del impostor puede tener su origen en la infancia, cuando nos comparan con nuestros hermanos y nos dicen, tu eres simpática pero tu hermano es el listo. Esas creencias limitantes se van interiorizando y no te das cuenta pero se quedan ahí. Esto suele derivar en baja autoestima por lo que nunca seré lo suficientemente buena para lo que hago.

Otra es que algunos padres “programan” a sus hijos con mensajes de superioridad. Estos niños  crecen pensando que en verdad son superiores a los demás. Posteriormente, cuando se hacen adultos se encuentran con que no todas sus acciones son perfectas ni están por encima de todo el mundo, esto les provoca grandes presiones y posteriormente, inseguridad.  

También lo he visto en muchos emprendedores, que se comparan con personas a las que admiran que  llevan una gran trayectoria y no se ven capaces de llegar a ese punto. Sin embargo, se olvidan que esas personas también comenzaron desde cero y sólo ven el resultado final.  Bien es cierto que muchas de estas personas triunfadoras venden vidas perfectas y obvian los fracasos que hay detrás de llegar a un resultado concreto, lo cual lleva a confusión a las personas que lo ven desde fuera.

Las personas que tienen un alto nivel de exigencia y de responsabilidad obviamente tienen mayores posibilidades de sufrirlo, precisamente por ser perfeccionista, autocríticas, con miedo al fracaso y se presionan mucho en sus áreas profesionales  y personales.

¿Cómo reconocemos el síndrome del impostor?

La mayoría de las personas que lo sufren y oyen hablar de él, lo identifican al instante. Es muy claro. Aunque estés consiguiendo logros profesionales, te sientes que no eres lo suficientemente buena y atribuyes esos logros a la suerte, a los astros, a lo que sea menos a tu valía profesional. Y sufres porque piensas que se darán cuenta que realmente no eres buena, que eres un fraude.

También existe un test online de la doctora Pauline Clance, te invito a hacerlo y a compartir tus resultados en los comentarios.

Quiénes son más propensos a sufrirlo

El informe encargado por Access Commercial Finance en Reino Unido desveló que los hombres tenían un 18 % menos de posibilidades de sufrir el citado síndrome. Dos tercios de las mujeres afirmaban haberlo experimentado. Este mismo estudio reveló que las críticas son la principal causa por la que las mujeres se ven a sí mismas como un fraude: una de cada cuatro admitió que los juicios de los otros minaban su seguridad. Además, una de cada cinco admitió que tener que pedir ayuda también les hacía dudar de sus capacidades.

Los jóvenes tampoco son inmunes. De hecho, aunque muchos no tengan puestos de responsabilidad y a pesar de que acaban de aterrizar en el mercado laboral, son más propensos a padecer este síndrome, según el estudio llevado a cabo en Reino Unido. Así, el 86 % de los jóvenes de 18 a 34 años de edad admitieron haber sentido en el último año que no merecían su puesto de trabajo. Las personas de 45 a 54 años fueron las que menos lo experimentaron.

En cuanto a los ámbitos laborales, una encuesta publicada en Estados Unidos halló que las mujeres en entornos académicos y de investigación sufren niveles de síndrome del impostor por encima de la media. M uchas de ellas sentían que no se merecían su trabajo

Tips para superar el síndrome del impostor

Identifica lo que te ocurre: Como todo en la vida, el primer paso es identificar que tienes el síndrome del impostor, reconocer ese sentimiento. Si no sabemos que está, no podremos tomar medidas.

Redefine: Quítate presión y entiende que la vida es una aprendizaje, no sabes todo de entrada. También ayuda hablar con la gente que te aprecia y preguntarles como te ven. Mira esto como una oportunidad para aprender

Acepta cumplidos: Tendemos a rechazar los elogios y a quitar importancia a lo que hacemos. A partir de ahora, cuando te hagan un cumplido dí simplemente ¡Gracias!

Visualiza el resultado: Cada vez que te entre el miedo, piensa en el camino que has recorrido hasta el momento y enfócate en los resultados que quieres conseguir, calla esa voz y no permitas que te paralice. Tu objetivo está delante de tus narices y vas a por el.

Baja tu nivel de perfeccionismo: las personas perfeccionistas no logran avanzar, se quedan en los detalles mínimos en los que prácticamente nadie se fijaría. Cuando te pase piensa: ¿De verdad es este detalle tan importante? Piensa en el global, ponte plazos y no dejes que tu perfeccionismo te impida avanzar.

No te compares con los demás: Hacer eso nos paraliza. Tú eres un ser único y especial, debes encontrar tu propia voz por lo que compararse con los demás no es una opción.

La suerte no existe: Deja de creer que lo que has hecho hasta ahora ha sido cuestión de suerte, ese es el argumento de los que han decidido renunciar a sus sueños porque es más cómodo ver una serie de Netflix en el sofá de casa. Lo que existe es el trabajo, la determinación, la actitud y todo esto te lleva a lograr tus objetivos, no la suerte. Te recomiendo leer el libro de la buena suerte de Alex Rovira.

Espero que estos tips te hayan servido para cambiar el chip y avanzar con tu mentalidad ganadora.

Si te ha gustado te ruego que lo compartas y si quieres solicitar un café virtual conmigo, no dudes en escribirme

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